En este espacio de Dogs N Rock Cine, hablaremos sobre diferentes directores y sus enfoques. En la edición de hoy, Larry Clark.
Larry Clark es un director de cine independiente yankee que arrancó bastante tarde en el mundo del cine, más o menos a los 50 años. Antes de eso fue fotógrafo y también combatió durante dos años en la Guerra de Vietnam. Ese paso por la guerra fue clave en su vida: lo marcó profundamente y terminó influyendo en todo su trabajo posterior, que siempre giró en torno a la juventud, el consumo de drogas y las realidades marginales.
Una vez que volvió de Vietnam, se dedicó de lleno a la fotografía, y más adelante se metió en el cine con una mirada muy particular. Lo que caracteriza a sus películas es que siempre están centradas en adolescentes y jóvenes, mostrando de forma muy cruda —y bastante realista— sus vínculos con las drogas, el alcohol, el sexo, el bullying y todo lo que suele quedar fuera del cine más comercial. No le interesa idealizar nada. Para eso, Clark suele elegir actores sin experiencia, gente que nunca pisó una cámara, con la idea de reforzar ese realismo que busca todo el tiempo.
Su primera película —y también la más conocida— es Kids: Vidas Perdidas, que se estrenó en 1995 y que hasta el día de hoy sigue generando controversia. Kids muestra un día en la vida de un grupo de adolescentes skaters de Nueva York, que viven en los márgenes de la ciudad, rodeados de drogas, sexo sin protección y una total falta de información sobre salud sexual. La peli pone sobre la mesa el tema del VIH en una época en la que no se hablaba tanto de eso en el cine, y por eso fue tan cuestionada. Para algunos, es una película necesaria; para otros, simplemente demasiado fuerte. Pero lo cierto es que marcó un antes y un después en la forma de mostrar a la juventud en pantalla.
Al principio, ningún estudio quiso financiar la película por lo polémica que resultaba. Recién cuando Gus Van Sant se sumó como traductor del guión, el proyecto logró avanzar un poco. Aunque Van Sant se fue antes de que terminara el rodaje, fueron los hermanos Weinstein los que finalmente pusieron la plata para que Kids pudiera llegar a los cines: unos 3 millones de dólares, nada menos, solo para la distribución.
Así fue como Larry Clark se convirtió, casi sin quererlo, en uno de los grandes nombres del cine independiente norteamericano. Un tipo que no buscó agradar, sino mostrar, con todo lo incómodo que eso puede ser.








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