Por Pedro Closa
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Imaginemos por un momento un escenario en el que conviven Charly García, Luis Alberto Spinetta, León Gieco, David Lebón, Rubén Rada, Nito Mestre y muchas otras leyendas del rock nacional. Un festival irrepetible, una postal histórica donde la música se transformó en bandera de unidad, en un gesto colectivo de solidaridad con los soldados argentinos que combatían en las Islas Malvinas.
Este 16 de mayo, se cumplieron 43 años de aquel evento inolvidable: el Festival de la Solidaridad Latinoamericana. Más de 60.000 personas se congregaron en la cancha de Obras Sanitarias para ser parte de una jornada que quedaría grabada para siempre en la memoria del país. La entrada no se pagaba con dinero: se accedía al predio donando alimentos, ropa o cigarrillos que serían enviados a los soldados apostados en el frente de batalla.
El contexto no podía ser más complejo. La guerra con el Reino Unido marcaba los días de un país atravesado por la incertidumbre, la censura y el dolor. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, el rock argentino levantó la voz. El mensaje que bajaba del escenario era claro: paz, unión y esperanza. A contramano del relato oficial, los músicos no cantaban para fomentar la guerra, sino para pedir su fin.
El festival también reflejó las tensiones propias de una época convulsionada. Algunos artistas, como Luca Prodan o la banda Virus, decidieron no participar. Temían que el evento pudiera ser utilizado como instrumento de propaganda por parte de la dictadura militar. Aun así, con el paso del tiempo, voces como la de Marcelo Moura, integrante de Virus, reconocieron la buena fe de quienes estuvieron presentes: “El festival se hizo supuestamente para juntar y mandar dinero junto con ropa y víveres a los soldados. Los grupos que estuvieron lo hicieron de buena fe”, expresó años más tarde.
Más allá de las posturas distintas, la intención de quienes se subieron al escenario fue siempre la misma: dejar un mensaje de paz. Como dijo Charly García en una frase que resuena hasta hoy: “Hicimos un festival por la paz y nuestro mensaje fue paz, algo de paz… ¡no nos maten más, loco!”
A 43 años de aquel grito colectivo, el Festival de la Solidaridad Latinoamericana sigue siendo un símbolo poderoso. Un acto de amor en medio del conflicto, una jornada donde el arte se plantó frente al horror para recordarnos que, incluso en los momentos más oscuros, la música puede ser una forma de resistencia. Y de esperanza.








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