Aún Estoy Aquí y en Brasil también se dice Nunca Más

Una película tristemente hermosa que retrata el sufrimiento de una familia a partir del atroz accionar de la dictadura militar.

Rubens Paiva fue un ingeniero civil y ex diputado del Partido Laborista brasileño, quien en 1971 fue secuestrado, y posteriormente torturado y asesinado por la policía militar de Brasil durante la dictadura de Emílio Garrastazu Médici. Hasta el día de hoy todavía no se puede establecer específicamente el día exacto que le quitaron la vida y tampoco se conoce el paradero de su cadáver. Es otro caso más de la brutalidad ejercida por un gobierno de facto en América Latina, y es uno de los casos más representativos en la historia del Brasil. Y esta es su película, basada a partir de la memoria de su hijo Marcelo Rubens Paiva, dirigida por Walter Salles y ganadora del Óscar a mejor película internacional, y otro claro recordatorio de cómo el cine sirve como herramienta para retratar realidades y en este caso como un disparador para ejercitar la memoria y condenar el poder condenar los miles y miles actos atroces realizados por las dictaduras, tanto en América, como en todo el mundo.

Rubens Paiva

Más allá del merecido galardón que recibió, el film se convirtió en una obra de revelación sobre una pequeña parte de la horrorosa historia de Brasil con la dictadura, y también generó incomodidad para varios sectores gubernamentales y sociales que aún hasta el día de hoy niegan que en Brasil hubo una dictadura. Una vez más, remarco la función del cine y las películas como una forma de lograr que tanto extraños, e incluso propios, puedan conocer sobre los diferentes pasados que carga cada país y cada sociedad.

Rubens Paiva junto a su familia.

La película nos introduce a los personajes y al lugar en un clima festivo, o por lo menos lo más “alegre” que se pueda dentro de una sociedad que existe bajo los temores constantes de estar viviendo dentro de las reglas de una dictadura. Vemos el sol, el mar cristalino de Río de Janeiro, chicos y chicas disfrutando del vóley en la playa, un perrito huérfano que consigue una casa y dueños, una grabadora de mano retratando memorias que quizá un día serán recuerdos nostálgicos, la caída del primer diente que supone un acontecimiento bisagra para cada niño y niña, pelotas de fútbol y chiquitos jugando en pata, la música característica de nuestros hermanos que hablan en portugués, todo lo que podría calificar como la alegría brasileña, una salida a tomar helados, las diferentes cotidianidades que están presentes en una familia que está plena, con muchos deseos y planes a futuros. Es la familia de Rubens Paiva, su esposa Eunice, sus hijas Vera, Eliana, Nalu, Ana y su hijo Marcelo. Una familia que está por construir una casa, unos padres que empiezan a manifestar una nostalgia/melancolía a futuro de que los hijos empiezan a crecer y a abandonar el nido. A su vez, todo este panorama festivo que vemos en los primeros minutos, está contrastado por las pequeñas miradas de duda, incertidumbre y hasta miedo que esboza la actriz Fernanda Torres al ver a su esposo atendiendo llamadas a altas horas de la noche, abriendo la puerta de su casa y entregando sobres a personas que no podemos ver el rostro y tampoco escuchar sus voces, y es que así como hay una deseo familiar de proyectar distintas cosas, también está presente el miedo constante a que pueda pasar algo, teniendo en cuenta que ellos no están alineados políticamente con la dictadura y que en su pasado Rubens fue miembro del Partido Laborista, que fue destituido de su cargo e incluso exiliado del Brasil. Ese temor de vivir constantemente vigilado solo por no pensar igual. Todas esas pequeñas cosas van apareciendo más y más hasta el punto que sucede el secuestro de Rubens.

Izquierda: foto de la película. Derecha: foto real de Eunice junto a sus hijas e hijo.
Foto: Cultura colectiva

A partir de la desaparición de Rubens comienza otra película, y esta empieza a hacer foco en Eunice, esposa del ex diputado, que es como una radiografía de época de lo que sucedía en el país y de cómo se manejaban en ese momento. La incertidumbre constante de no saber qué y porqué sucedió lo que sucedió. Y peor aún, no encontrar una respuesta o alguien que te pueda contar la verdad, era una época terrible donde nadie quería hablar de más. En ocasiones, la película me hace acordar a esas escenas de La Noche de los Lápices, donde en la búsqueda de los chicos nadie te decía nada, no podías ir a la policía porque ellos mismos eran quienes habían hecho desaparecer a las personas, te daban información incompleta, te tenían yendo de un lado para el otro con datos falsos cuando ellos bien sabían lo que pasaba. 

Y es que este paralelismo no es casualidad, ya que en ambos países se sufrió lo mismo con el gobierno militar, y esta película vuelve a retratar las atrocidades que se viven dentro de un país azotado por las dictaduras, esta película es un ejemplo sutil de la violencia institucional ejercida por el gobierno, la cual estaba apoyada por el salvajismo perpetrado por la policía, lo cual todo está respaldado por la prensa cómplice del gobierno que difunde mentiras y verdades cambiadas. Nuevamente, la importancia del cine para ser un reflejo de la realidad.

Fernanda Torres como Eunice Paiva.

Lo que destaca mucho la película es la presencia de la ausencia, y como de a poco va carcomiendo y desmoronando a una familia. Posterior a la desaparición de Rubens, empiezan a manifestarse todas las dudas, ese “papá se fue de viaje” eterno en el cual esa odisea parece no terminar nunca, una incertidumbre creciente en la cual no preguntar mucho por miedo a que se concrete lo que uno más teme. Ya para ese momento dejó de haber voley, la grabadora se apagó porque ya no hay momentos felices que retratar, ya no se juega al fútbol en patas, el perrito no ladra más y la casa nunca llegó ni siquiera a cimentarse. Un relato sumamente desolador que no fue ficción, esto pasó realmente, lo que lo vuelve mucho más impactante y triste.

Una película que de no haber ganado el óscar de todas maneras sería una producción muy valiosa y sumamente importante, tanto para Brasil, para nosotros como argentinos y también para todo el mundo, el hecho de haber ganado la estatuilla es un plus que sirve para que todo el mundo e incluso los mismos brasileros, le pongan atención a este filme que retrata de manera tan precisa y dolorosa lo que sufrieron varias familias en todo nuestro continente en manos de las políticas dictatoriales.

Y el porqué es importante ver esta película lo dejo en palabras del personaje de Eunice: “Creo que es necesario compensar a las familias y hacer lo más importante, esclarecer y juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura. Por  que si eso no pasa, la dictadura habrá quedado en la impunidad”

Nunca está de más revisitar estos hechos para tener memoria de lo que sucedió, y que se pueda hacerlo desde el cine es muy valioso porque puede llegar a otro público a partir de las imágenes y los sonidos puede tocar diferentes fibras de personas que quizá no saben la historia o no quieren reconocerla. 10 puntos para esta película que nunca hay que dejar de verla.

Nunca más.

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