No quiero escribir un resumen o hacer una sinopsis o adjetivar la película o resaltar la actuación de algún actor o actriz o quedarme en alguna decisión de dirección. Aparentemente poner comas tampoco jaja.
Quiero quedarme con la apreciación personal que tengo sobre La Increíble Vida de Walter Mitty, reparar en como se pudo poner en imágenes la vida en sí, el antes y después que puede suceder, y que en realidad sucede, en la vida de todos nosotros. Uno cuando es joven está lleno de ilusiones, objetivos, de sueños básicamente, pero siempre quizá llega la vida misma que en ocasiones te tumba todos tus anhelos. Vienen las responsabilidades, cumplir los horarios, pagar las cuentas y las infinitas cosas más que supone el sistema en el que estamos inmersos todos los humanos. Aún así uno nunca deja de manifestar sus deseos en su mente, aunque los piensa como una ilusión solamente ya que eso se desvanece en el momento en que uno tiene que tomarse el tren, se le pasó el colectivo o tiene que hacer fila para pagar sus boletas de agua y luz.
La película nos regala una visión de qué hay un momento en que uno puede tomarse una pausa y darse cuenta de que puede materializar sus deseos, del aunque tan cliché que suene el “nunca es tarde” tiene su punto de verdad. La película nos muestra a esa persona solitaria que está sumergida en su burocrática rutina que cuando por una razón u otra dió el click y decidió salirse de su zona de confort para poder descubrirse a uno mismo y también poder darle una chance a esos sueños que uno posterga indefinidamente definitivamente. Al entrar en ese viaje puede admirar que quizá las cosas pueden ser más simples de lo que uno puede llegar a creer.
Honestamente todo esto que escribí es algo más para que yo lo entienda que para que lo entiendan ustedes. Pero si de alguna manera llegaron hasta acá espero que esta poco informativa reseña haga que vean esta gran gran película.








Deja un comentario